HIJA DE LA LUZ

CONSAGRACIÓN A SANTA FILOMENA

RELIQUIAS DE SANTA FILOMENA


RELIQUIAS DE SANTA FILOMENA
Las reliquias de Filomena, permanecieron desde 1802 en la Custodia General, hasta que en 1805, fueron llevadas a Mugnano, pequeña ciudad de la Diócesis de Nápoles.
El Padre Francesco di Lucía, que atendía la parroquia de Mugnano, fue invitado a acompañar a Roma al Padre Cesareo, para ser consagrado obispo. La relación de Don Francisco de Lucia
Sacerdote de Nola, en la región de Nápoles. En 1805, se declara poseedor de las reliquias.

El Padre Francesco se alegró mucho por la invitación de su amigo, ya que tenía la esperanza de conseguir , las reliquias de una virgen mártir conocida, que le ayudara a convertir su parroquia, hasta ahora muy reacia.
Llegando a Roma, obtuvo pronto audiencia con el Monseñor Ponzetti, y le expuso su deseo.
Este, lo llevó donde estaban las reliquias, y le dijo que escogiera, entre las trece que se encontraban guardadas ahí.
Don Francesco investigó entre las reliquias de estos mártires. Sólo tres eran conocidos: una eran las de un niño, la segunda las de un adulto, y la tercera las de Filomena.
Cuando se detuvo delante de la caja que contenía los restos de Filomena, se llenó de gozo, como si la pequeña mártir le hiciera señas… y pensó que era, indudablemente, la intercesora que necesitaba. El Obispo Guardián prometió entregarle dichas reliquias…
Pero En lugar de remitírselas, el oficial se acercó a él y le dijo, que por ser tan pocos los cuerpos de mártires conocidos debían ser guardados para Iglesias o Diócesis especiales.
Grande fue su desaliento y tristeza… A ello agregó el calor sofocante de Roma… Con todo esto, Don Francesco perdió el sueño y el apetito. Y enfermó.
Al verlo así y para confortarlo, un amigo le ofreció las reliquias de un mártir desconocido. Pero él le dijo: ”Será Filomena o nadie… ya que solo ella podrá convertir a mi Parroquia”.

Una noche, el Padre Francesco, se encontró ardiendo en fiebre y tan cansado, que prometió solemnemente a Filomena que si ella lo sanaba, sería la Patrona de Mugnano.De forma sorprendente la fiebre lo dejó enseguida, y entró en un refrescante sueño.
La mañana siguiente, despertó en perfecta salud.
Muy decidido a lograr su objetivo se dirigió a su amigo, el Padre Cesareo, recién consagrado Obispo, y le pidió que usara su influencia para conseguir las reliquias deseadas.
Cuando Monseñor Cesareo escuchó la historia, estuvo de acuerdo en que la santita parecía querer irse a Mugnano. Se sumó, pues, a la petición de Don Francesco y esta vez el Guardián accedió a su petición. Extraordinaria fue la alegría que experimentó el Padre Francesco, cuando recibió la noticia. Llenos de gozo, el buen Obispo y Don Francesco tomaron posesión del precioso cofre, decididos a llevar a Filomena a Nápoles.

Entre muchas oraciones y honores, dispusieron, sin demora, que el cofre fuera puesto en el asiento de enfrente del carro episcopal.
Filomena había dado dos pequeñas y dulces pruebas de que quería ir a Mugnano. Era como si mostrara signos de haber despertado de su sueño de diecisiete siglos y medio.
Después de su largo silencio, ella estaba lista para volver a trabajar en este problemático mundo, empezando con nuevos milagros desde Mugnano.
En el último momento se le ocurrió a un servidor desplazar el cofre y, para mayor seguridad, amarrarlo debajo del asiento del Obispo.
Este subió, se sentó y , repentinamente, se levantó enojado, retando al sirviente, porque el equipaje mal amarrado se había deslizado hacia adelante y había golpeado su pierna. A pesar de los cuidados del sirviente, el incidente se repitió dos veces más.
Dijo el Obispo”¿Qué cosa has puesto allí y cómo la has puesto? ¡Si esta fuera mi valija, yo preferiría llevarla sobre mis rodillas todo el camino, que verme golpeado constantemente por ella! ¡Sácala fuera!”. Era la pequeña caja conteniendo las reliquias.
Al ver el Obispo que el hombre tenía dificultad para desplazar el cofre le dijo:
“¿Tú sabes que es esto? Es la caja de unas reliquias. ¿No dije, acaso, que esto debe ser puesto cuidadosamente en el asiento de enfrente…?”
Cuando el coche estaba viajando sobre el camino empedrado, el Obispo recordando lo sucedido, comenzó a recapacitar, y se dio cuenta que los golpes no eran de una caja, sino de Filomena que había golpeado sus episcopales piernas. El buen Obispo napolitano comprendió todo.
Descubriendo su cabeza, se arrodilló en el coche y, humildemente, besó la caja de las reliquias pidiendo el perdón de Filomena.
El viaje comenzó y continuó como una peregrinación, yendo Filomena delante de ellos. Llegaron a Nápoles al día siguiente.

El Cordón de Santa Filomena
Lo usan los enfermos y es una protección contra accidentes y toda clase de males. Aquellos que sufren de pruebas temporales, o tentaciones espirituales, han encontrado que es una ayuda maravillosa. Se recomienda especialmente que los niños reciban el Cordón, ya que es una protección maravillosa en los muchos percances que los amenazan.
Pero el Cordón se usa especialmente como salvaguarda de la virtud de la castidad. Santa Filomena es considerada como una poderosa protectora de esta virtud.
Los propósitos de esta devoción son:
1. Obtener, a través de la intercesión de Santa Filomena, los medios adecuados para conservar la pureza, de conformidad con nuestra propia situación;
2. Combatir la creciente incredulidad y reforzarse en el espíritu de nuestra fe;
3. Profesar un amor especial por Santa Filomena y merecer su protección contra la enfermedad del cuerpo y el alma.

Cada sacerdote tiene la facultad de bendecir el Cordón de Santa Filomena de acuerdo con la fórmula del Ritual Romano. Muchos fieles seguidores de Santa Filomena prefieren que se bendiga el cordón en las iglesias donde se observa una devoción especial a Santa Filomena y que se bendiga después de haber tocado una reliquia de la santa. Cuando el cordón está desgastado y es reemplazado, el nuevo cordón también debe ser bendecido.

Indulgencias plenarias del cordón de Santa Filomena
1. El día en que se usa el cordón por primera vez.
2. El 25 de mayo, aniversario de la apertura de la tumba de Santa Filomena en las Catacumbas de Santa Priscila.
3. El 11 de agosto, su propia fiesta.
4. El 15 de diciembre, aniversario de la aprobación de la cuerda por la Santa Sede.
5. En el momento de la muerte, en condiciones normales. Con la excepción de la última, es necesario para obtener las indulgencias anteriores: confesarse, recibir la Sagrada Comunión, hacer una visita a alguna iglesia y rezar por las intenciones del Soberano Pontífice.

La sangre de Santa Filomena
Antiguamente, los primeros cristianos admiraban la valentía de aquellos que morían por su fe y por ello acostumbraban a marcar la losa con el signo de una palma y colocaban al lado un frasquito en el que introducían la sangre del correspondiente mártir.
Un obrero entonces, provisto de una herramienta afilada, pinchó el yeso cobertor en una de las extremidades del lóculo y se las arregló para llegar hasta un recipiente que contenía partículas de sangre seca. Allí se dio el primer milagro testimoniado en el proceso verbal que se repetirá varias veces: las partículas de sangre coaguladas que surgían de la ruptura del frasco, al desparramarse, se convirtieron en pequeñas partículas brillantes que reproducían en su totalidad el color del arco iris.(Hasta el presente se puede apreciar que en algunos momentos de gracia estas partículas cambian de color).

El aceite de Santa Filomena
(De la lámpara que esta encendida frente a las reliquias de Santa Filomena). En el libro las Rosas de Santa Filomena de St. Elizabeth Seton consta que una mujer recobró la vista, después de tres años de sufrir una enfermedad en sus ojos que le causaba tanto dolor que no podía ni comer, ni dormir.
¿Cómo se originó esta devoción? Sucedió así:
En la octava de la traslación del Relicario de Santa Filomena a Mugnano, una mujer de Avella llena de fe en Dios, metió su dedo en el aceite de la lámpara que estaba encendida delante del altar de la santa, y ungió los ojos de su niño ciego. Inmediatamente el niño recobró la vista, ante el asombro de todos los que se encontraban presentes.